Cristóbal Porzio Honorato El año pasado, en esta misma página y en esta misma época -ya con nubes negras en el horizonte económico-social nacional-, escribí que “la propiedad intelectual debía ser parte de las discusiones tributaria y educacional” y que, a pesar de las nubes, teníamos como país una oportunidad de oro para dar un salto hacia el desarrollo. Ha pasado un año y la propiedad intelectual no fue tema nacional, ni tampoco incluida dentro de las tres reformas emblemáticas del Gobierno. La propiedad intelectual se discutió solo respecto del capítulo pertinente del TPP (Tratado Trans-Pacific Partnership), todavía en discusión y que no logró firmarse en la Ronda de Hawai, y además en algunas comisiones del Congreso que trabajaron en el proyecto de nueva Ley de Propiedad Industrial que se encuentra actualmente en “compás de espera”.
Hace pocas semanas, la revista MIT Technology Review, del famoso MIT de Massachusetts, llamó a concurso a “jóvenes talentos chilenos, menores de 35 años, que estén desarrollando tecnologías y que quieran transformar el futuro del país”.
Hace una semana, un brillante ingeniero subtreinta dejaba Chile rumbo a California para trabajar en una de las tres compañías cuyas hazañas leemos periódicamente, y cuyos desarrollos cambian nuestro vivir diario. Al aceptar el trabajo, su nuevo empleador le había informado que “varios cerebros chilenos y latinoamericanos” lo habían precedido en los meses pasados. Este hombre partió, tristemente, sin intención concreta de volver a su patria.
En esa misma semana, un conocido emprendedor local me dijo, sin complejo: “Voy a invertir en Perú, hasta que veamos qué pasa con nuestro Chile querido”.
Finalmente sé que una empresa grande local empezó a poner en marcha un plan de despidos masivo.
Para completar este cuadro bastante sombrío, Chile miembro “por misterio o por milagro” de la OCDE, sigue estando muy a la cola en materia de inversiones en innovación. Además, muestra a sus jóvenes talentos las bondades de los países de la OCDE como una opción para perfeccionarse. Sin embargo, poco se está haciendo en materia de retención de esos talentos en Chile. No hay dudas de que el perfeccionamiento es necesario, pero la tentación de emigrar a California “para siempre”, como opción de vida futura, es muy grande. Ello, sin considerar que las condiciones locales económicas se siguen deteriorando y la paz social también.
Por octavo año consecutivo, hoy se llevarán a cabo en Santiago las Jornadas de Propiedad Intelectual que organiza Achipi. Es uno de los pocos hitos clave tradicionales dentro del año, en el que se reúnen quienes trabajamos en Chile, directa o indirectamente, en el ámbito de la propiedad intelectual. Los temas elegidos son amplios, permitiendo de esta manera no solamente una discusión técnica, sino que un debate dentro del contexto social y económico vigente. Aprovechemos el debate y las conclusiones de dichas jornadas para poner sobre la mesa nuevas propuestas interesantes para el desarrollo nacional, que permitan volver a atraer la inversión nacional y extranjera y además sirvan de red para contener la emigración de nuestros jóvenes talentos.
El Gobierno ha hecho en días pasados varios anuncios. Asimismo, es de público conocimiento que la reforma tributaria será enmendada o completada. Si bien los impuestos subirán, es tal vez precisamente el momento para ser atrevidos como país, dejar parte de las ideologías atrás, e incluir una excepción brutal que permita reducir e incluso eliminar varios impuestos para las empresas, chicas y grandes, que estén dispuestas a invertir en innovación y tecnología en Chile. Por otra parte, a pesar de las nubes, volvamos a pensar en un Silicon Valley chileno en Valdivia, como se hizo en el pasado con un grupo de científicos, o en Arica o en Magallanes, para poblar los extremos de Chile geopolíticamente claves, a fin de acoger a jóvenes profesionales chilenos y extranjeros que desarrollen y creen aplicaciones en el campo de las tecnologías de la información.
Estas podrán venderse de forma global y llegar a la vida diaria de todos quienes usen un computador o un tablet o un teléfono celular. Ello no podrá sino producir un círculo virtuoso, muchos puestos de trabajo, consumo y exportación de creaciones intangibles, previamente protegidas, a los lugares más remotos de la tierra.
Una vez más estamos a tiempo de incorporar a las discusiones nacionales en curso el tema de la propiedad intelectual, herramienta clave para el desarrollo, y ya probada con éxito por varios de nuestros socios de la OCDE. No perdamos una vez más esta oportunidad.
Cristóbal Porzio HonoratoPresidente Asociación Chilena de la Propiedad Intelectual (Achipi)